lunes, diciembre 16, 2013

LA REALIDAD DESMITIFICA LA CHAPUZA AMERICANISTA


CIUDAD DE MÉXICO, DOMINGO 15 DE DICIEMBRE,ESTADIO AZTECA. La fiesta anticipada de la ultra americanista por poco y hecha a perder las primorosas medidas de seguridad implementadas por Mancerita y colaboradores para proteger el protagonismo del monopolio de las estrellas. El gran jefe de jefes, padrino incontestable de los destinos y los dineros estaba emocionado con los gorgoritos que su equipo emplumado hacía en cada avance ofensivo... no obstante que estaba dirigido con el mismo impulso con el que un impotente acomete las empresas de la seducción. Todo estaba listo, la champaña, las guirnaldas, los fuegos artificiales y hasta las lágrimas del Piojo Herrera que no pudo imponer en esta ocasión la mínima vocación ofensiva a su onceava mediocre. Pero León salió dinamizado por una sólida formación táctica y una sencilla como genial idea de conjunto, defender atacando aunque el rival metiera goles. El cálculo del DT Gustavo Matozas fue preciso: la desbandada americanista y el desorden de sus líneas sólo fue llamarada de petate ante su equipo que tiene mucha noción de estrategia pero sobre todo de paciencia ante la soberbia del águila que no supo que el león le esperaba en las sombras. Con el mismo estilo del piojo, es decir, impulsados sólo por fuerza bruta sin nada de ceso, soberbios, soflameros y sin técnica, los emplumados planean sobre el territorio de las defensas escalonadas esmeraldas sin conseguir desarmarlas. Layoun y Zambueza se precipitan al ataque sin creatividad ni real sentido ofensivo con la misma tenacidad de un jugador de Rugby y tirándose clavados como si estuvieran en las olimpiadas del engaño. En tanto León recuperaba el balón y cambiaba el ritmo a una velocidad de vértigo que deja viendo visiones a la inútil línea defensiva americanista. Con tres tantos los aguerridos "panzas verdes" se erigen como los verdugos del águila soberbia, finalmente desenmascarada en su acostumbrada mediocridad, sin que su técnico, el escandaloso Piojo Herrera pudiera hacer nada por el vergonzante desempeño de sus pupilos. En las gradas el templo del frágil sueño americanista se caía en pedazos y su afición abandonaba indignada el fraude acostumbrado de su equipo. Pero la final deja un sabor de boca satisfactorio con la entrega de los esmeraldas que es reconocido incluso por los ultras del otro equipo. Buen fútbol que sobresale de la mediocridad y que debería poner a los federativos para repensar en manos de quién quedó la selección nacional: la chapuza y el bisnes que degrada el deporte a toda costa.

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