RIO LIGNE 174
DE BRUNO BARRETO
By Jorge Antonio
Díaz MIranda
Martes, o7 de junio de 2012
Desde cualquier ángulo la historia de Sandro Barbosa do Nascimento es, en
el mejor de los casos, desafortunada, cuando todos los males imaginables de la
modernidad se confabulan para destruirte, lo único que queda es dejarte llevar. La película de Bruno Barreto se remonta al año 2000 durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, dentro del cual emergen los temibles escuadrones de la muerte que se cargaban a niños y a jóvenes que vivían en las calles de Río. Esta película cuenta la historia de Sandro, un niño de las favelas, quien quedó huérfano por decreto de la violencia que le cobró la vida a su madre. Lanzado a la calle. Sobreviviente de un ataque de los escuadrones de la muerte en la vergonzosa matanza de la Candelaria ocurrida el 23 de julio de 1993. Ladronzuelo por necesidad. Toxicómano por evasión. Secuestrador de un autobús de la línea 174 de Río el 12 de junio de 2000, en donde, de acuerdo a todos los indicios periodísticos, mató por accidente a una joven momentos antes de ser asesinado por el escuadrón de la policía que lo arrestó. Historia trágica que es ilustrativa de los efectos destructivos y autodestructivos que nos salen al paso cuando sucumbimos a las
tentaciones de la modernidad, sin que ello implique prescripción moral alguna.
El vacío de valores engendra un nihilismo reactivo que, en la marginalidad,
puede desembocar en un nihilismo de sí. El paso de los cuatro jinetes del apocalipsis
en ciudades del vicio como Río de Janeiro, va llevándose almas inocentes. Desde Turgueniev (1821), La guerra entre padres e hijos, con su
heredad de culpas, viene de lejos y parece no tener fin...
Algunos suponen que el antecedente fílmico de Rio
Ligne 174, es Cidade de Deus (Fernando
Meirelles, 2002), el documental Ônibus 174 (José
Padilla 2004) o Cidade Baixa (Sergio Machado, 2005). Sin embargo me parece que
no es así, pues las películas citadas quizá puedan ubicarse en una misma línea
de denuncia social pero las fuentes intelectuales y la expresión artística, evocadas bajo la dirección de Bruno Barreto, son
bien distintas. Rio Ligne 174 explora, además del ámbito de la denuncia, los
determinantes sociológicos y psicológicos que llevan a un sujeto específico a
un callejón sin salida. Mientras esos otros films parecen centrarse en la
denuncia y plantean una salida reivindicativa de vuelta a los valores, en el
film de Bruno Barreto dicha opción salvífica ni siquiera es una posibilidad de
consolación ante la desolación y el abandono. En ese sentido la propuesta de
Barreto, está más emparentada con películas tales como Los Olvidados (1950) del español Luis Buñuel, Rodrigo D No Future (1990) y La
Vendedora de Rosas (1998) del colombiano Víctor Gaviria, De la Calle (2001) de Gerardo Tort, e incluso con
películas generadas en ámbitos culturales lejanos como Dom za vesanje (Tiempo de Gitanos, 1989) de Emir Kusturica; y es así puesto que en todas ellas, al igual que en la película de Barreto,
se aborda el tema de los niños de la calle sin dar espacio a posiciones
acomodaticias, lugares comunes o soluciones políticas de corto alcance como el
asistencialismo. En efecto, la narración de Rio Ligne 174, junto con los otros
films emparentados parten de un enfoque más amplio en que el poder centralizado
de las sociedades modernas genera discriminación y aislamiento con una
intención manifiesta de control social institucionalizado. Poder al que no le importa ni las causas ni los destinos, antes bien, la contención del malestar, su degradación
y disolución. Enfoque que es más amplio en su comprensión intelectual pues en
muchos aspectos recoge las sugerentes e inquietantes descripciones de Michel
Foucault, vertidas en su obra monumental Histoire de la folie à l'âge classique, sobre todo, aquellas que refieren la
trasformación de los leprosarios en manicomios y hospitales. De ahí que la
historia de Sandro no da lugar a ninguna concesión y sea planteada por Barreto desde una óptica descarnada y dura. Por lo
tanto, vale la pena acercarse a esta historia y mirarla por lo que es: la
tragedia moderna de los hijos de Saturno devorados por la vorágine y el
desamparo. El valor de Río Ligne 174, reside, justo, en que no sugiere nada, no
prescribe nada, ni meta valoraciones, trincheras o asideros morales; sólo nos
ofrece un fresco cinematográfico sobre la alucinante caída a los infiernos y su
vértigo imparable.
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