viernes, noviembre 11, 2011

MUERE FRANCISCO BLAKE MORA, SECRETARIO DE GOBERNACIÓN

El protocolo informativo siempre es el mismo, en estos casos en que un secretario de Estado sufre un accidente o muere: reserva en la información, cuidadosa selección de las palabras, conferencias de prensa sin preguntas, posposición de cualquier dato recogido en tiempo real en el lugar de los hechos y la censura pactada con las televisoras que solo permite conocer los niveles más superficiales del suceso. El silencio telemétrico, sin embargo, genera el efecto contrario de lo que pretende, múltiplica las conjeturas, agranda la sombra de la sospecha, permite hacer comparaciones y sobre todo agudiza la atención de la gente, precisamente, en lo que no se dice. La promesa también es la misma, que en las próximas horas se dará una versión oficial de los hechos y que las investigaciones se conducirán hasta sus últimas consecuencias para establecer con objetividad cómo ocurrieron las cosas o por qué ocurrieron. El asunto es que, si bien las buenas intenciones son correctas para los usos protocolares, nunca se llevan a cabo. Todavía seguimos esperando la información completa de qué le ocurrió al Jet Liar que cayó en las Lomas, aquella fatídica noche en que perdió la vida Juan Camilo Mouriño. Y es previsible, que, tembién en esta ocasión,  nos quedemos esperando la versión completa de los hechos. Ya veremos que dedal de tinta se nos viene encima para distraer a la opinión pública de lo que es central, de lo que es fondo, perspectiva, sustancia. Si bien, ya se maneja una línea de investigación según la cual una falla mecánica desplomó el helicoptero superpuma de fabricación francesa, la veracidad, comprobación y sobre todo el cuestionamiento público, serán puestos en secrecía por los próximos veinte o treinta años. Los comentaristas televisivos vendran con aquello de que el accidente actual nada tiene que ver con aquel de Juan Camilo M. por los tiempos, la tecnología de las aeronaves y los momentos políticos, menos aún con ir perdiendo la guerra en los distintos frentes incendiarios... la realidad es que, aún admitiendo la falla mecánica, este hecho alude el desplome de la política interna del país , que, en la visión de ONGs extranjeras, expertos en materia de seguridad y organismos internacionales, ha sido un rotundo fracaso del gobierno felipista. Fracaso en gestión, fracaso en estrategia, fracaso en detener la corrupción y la impunidad, fracaso en detener los asesinatos de al menos cincuenta mil personas. 

Mal momento para una sustitución de un secretario de gobernación en medio de un contexto turbulento. En otras palabras, podemos afirmar que la caída de Blake Mora es una especie de capitulación simbólica del felipismo, el último y desesperado sacrificio que desompone el clima político y abre la puerta a un escenario de máxima polarización y tensión social. Aguas revueltas para el oficioso priísmo que aprovechará la coyuntura para negociar por adelantado la transición del poder.  

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