Los ríos de tinta se desbordan en el armado de una apología del absurdo. El burdo e inmoral mensaje comercial es: mientras el negocio avance todo puede seguir igual. El problema no está en la reducción de la calidad sino más bien en cómo, a partir de la ínfima calidad se puede extraer la mayor ganancia posible. Hace rato que el pobre espectador ha dejado de ser la motivación central para los dueños del futbol. Y ahí están los pobres resultados de una visión mercantilista para la que no existe el rigor ni el criterio de lo que debiera ser...pero lejos de esa impostura extra futbolística la realidad nos muestra el lado necio de lo que es cada quien y hoy por hoy calificar con mediocridad es lo mismo que no hacerlo. La selección mexicana salió de la cancha de Rustemberg triplemente derrotada: primero, por su desbocado técnico que previo ante el encuentro de Uruguay admitió su deseo de no enfrentar a la Argetina esperando tener un tránsito aparentemente más relajado ante rivales no tan severos. Segundo, por Uruguay que presionó, acosó y neutralizó a toda la saga de ratones que se estrellaron con un sólido planteamiento que puso en evidencia todas y cada una de las debilidades técnicas y tácticas de un equipo que no sabe cómo reorganizarse con orden y creatividad. Tercero, por las televisoras que les impusieron a los jugadores y cuerpo técnico un colchón de placidez por haber conseguido la calificación con el consabido haiga sido como haiga sido. De ahí la fraseología hueca de dar vuelta a la página, el pasado es historia, ahora sí se podrá avanzar y la última joya publicitaria vamos por la venganza.
Fuera de los desbarres nacionales que ya casi nadie cree, el mundial de Sudáfrica transcurre en medio de la mediocridad y la rebelión, con algunas sorpresas por momentos emocionantes y el patrón de conformismo que se ha instalado en las llamadas potencias. Los pagos abusivos, los fraudes y las mentiras de la FIFA siguen la nota de un deporte que se ha corrompido por la ola fenicia que lo ha invadido todo. Ya veremos si más adelante se presenta el verdadero talento que todos nos han quedado a deber y sobre todo los más grandes en técnica y tradición.
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