martes, mayo 25, 2010

EL TRI ANTE INGLATERRA. PERDER COMO SEA.


PARA LA MTRA. MARBELLA, ATENTA LECTORA DE ESTE IMPERFECTO BLOG.

En perspectiva amplia el haber perdido ante Inglaterra por un marcador de tres a uno, es algo que ya se esperaba dentro de ciertos límites de normalidad. Pero sin duda habrá mucha gente que, dentro y fuera del ámbito periodístico, decidirá perder el tiempo en una inútil cacería de brujas o bien entregarse a un desmesurado ejercicio de cinismo diciendo que el pobre TRI le jugó al tu por tu al Equipo de la Rosa. La triste verdad es que no hay culpables y tampoco héroes. El cáncer de la inoperancia ofensiva y el conservadurismo defensivo constituyen los grandes males que han llegado al fútbol moderno para quedarse, aunque en el TRI se manifieste con mayor agresividad y sume novedosa mediocridad a la acostumbrada mediocridad. De acuerdo, se llegó al arco rival, se conservó más tiempo la pelota, hubo orden en las líneas y transiciones interesantes con Gio. Pero al final de cuentas todo eso es mera crónica romántica si no se anota gol. Por si fuera poco el juego de conjunto era irritante en su displicencia, jugamos ante Inglaterra un segundo tiempo como si estuviésemos jugando con San Vicente o Martinica, con una ofensiva predecible, con una insustancial posesión del balón y despliegues individuales que fueron neutralizados. Por su parte el León de la pérfida albión se portó como un caballeroso depredador que nos prestó la pelota, nos dejó hacer algunas escaramuzas en su territorio, tolerando, sin hacer un real esfuerzo, los desplantes improductivos de nuestros atacantes. Nos midió y nos pesó en la balanza táctica, observó atentamente y encontró tres puntos débiles en nuestra defensa: lentitud, dispersión e imprecisión. El juego aéreo en táctica fija fue el veneno de costumbre para una defensiva agónica, desbordada por la velocidad de los arietes ingleses. Ahora bien, mucho de lo anterior puede justificarse a partir de las diferencias de nivel competitivo, de la reciente integración de los llamados europeos al equipo de Javier Aguirre, las diferencias de horario, el cansancio de una travesía larguísima, etc., etc., etc. Pero lo que no puede justificarse es la ausencia de fuerza en el juego del TRI, la nulidad del pulso vital que imprima en el estilo nacional de México mayor credibilidad: porque ganar como sea es igual de terrible que perder como sea, es decir sin realizar gran esfuerzo. Inglaterra ganó a un cuarto de velocidad y nosotros perdimos a medio gas. En el primer caso la potencia se auto justifica con la moderación de su intensidad en un juego sin mayor compromiso. En el caso del segundo, es decir del TRI, no hay justificación válida alguna si es que se trata de poner a prueba la mentalidad y el rendimiento de jugadores a los que les falta casi todo y en primer lugar actitud y técnica. Si esto sigue en el mismo tono Holanda e Italia serán dos rivales más severos que nos mostrarán crudamente el verdadero nivel de los once de Aguirre, algunos de los cuales poseen una cabeza demasiado inflada como en el caso de Guardado. 
     

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