BY JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
2008
Cuando la frase sustituye al personaje y emerge la sabiduría del genuino combatiente. Es posible que Emir Kusturica haya vuelto aún más humano al Dios Maradona. La pontificación cinematográfica funcionó al revés de sus fines habituales, recordándole al astro argentino sus orígenes de barro y porotto. El nombramiento como Director Técnico de la Selección Nacional han vuelto a Maradona reflexivo. Nadie cuestiona su sitial encumbrado y en el cielo de luminarias soccerianas albicelestes, no hay otro como él a la hora de poner el ejemplo de su propia vida, signada por la bronca y el combate. Las guerras de Maradona han sido épicas. Desde el villorrio marginal de su infancia, la congestión de las canchas nacionales de una difícil militancia en el Boca. Luego, la difícil emigración hacia las márgenes del Ebro y su tránsito con lesiones al Napolí donde logró dos Scudettos en las terribles guerra italianas del Sur contra el Norte. Hasta llegar a las guerras mundiales donde se coronó campeón y vio su estrella caer malherida de muerte por las lesiones intensificadas y su adicción. En esta trayectoria hay varias cosas intermedias que revelan otra guerra del Pelusa, más intensa y cruel, más peligrosa: la que libró y sigue librando contra sí mismo. Es la historia de sus debilidades estructurales, de su regusto por el vértigo de las drogas duras y los saltos sin paracaídas al vacío. Y el tercer frente de lucha de Diego en contra de los poderosos, desde su identificación con la otra América de Hugo Chávez, Fidel Castro y de Ernesto Guevara de la Serna (a) el Che, que lo ha llevado a mandar al cuerno a mafioso de la talla delincuencial de los Havelange, Bush y del mismísimo Papa Juan Pablo Segundo. Todo este comprimido explosivo de virtudes y desaciertos dotan cada frase del Pibe Diego Armando Maradona de profundidad y sobre todo de legitimidad. La última de las declaraciones del pelusa es soberbia y real en cuanto a cómo ve un hombre de su talla el desempeño de la formación albiceleste: "Argentina no juega amistosos. Eso lo hacen otros equipos. En cada juego de la selección, y ese es el mensaje de alguien que ha defendido los colores patrios tanto tiempo, los jugadores deben salir a matarse en el terreno de juego". Lejos de la decadencia y muy cerca de la leyenda. El gesto siempre fiero. En la mirada un inconfundible aire de decisión. La magia real de un toque educado con la precisión de una técnica depurada y la letal transición generada desde una inteligencia sistemática y maliciosa. Es Cuauthémoc Blanco en su enésimo regreso a canchas mexicanas por fin con un equipo a la altura de su garra. Su presencia se hace sentir dosificadamente con una contundencia creciente. Ha regresado el Temoc al futbol mexicano con el equipo de la Laguna, El Santos de Torreón. Ahora sí, la Achita Ludueña tiene un partener que lo entiende. Matías Vuoso puede descargarse de las funciones de presión para convertirse en un libero de asalto. Dos arietes y un martillo que no cesarán de asediar. Santos al fin es un equipo contundente y Blanco llega en un momento en que al Futbol Mexicano requiere de una inyección de vitalidad ante sus jóvenes prematuramente envejecidos por las televisoras y el negocio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario