Retrocedamos en el tiempo. Hasta los primeros meses del gobierno de Felipe Calderón. Si no recuerdo mal en diciembre del año 2006 o enero de 2007. Un día gris. Empañado por la violencia creciente de narcos contra policías. De narcos contra militares. De narcos contra narcos. De policías estatales contra policías federales. De policías federales contra el ejército. Un día en que Felipe Calderón se puso una casaca militar dos tallas más grande que lo hacia ver como un mini presidente. Un día de discurso incendiario, de tambores de combate, de fusiles institucionales levantados al fragor de tanta sangre. Ese día, terrible día, el Presidente de la República Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos hizo una declaratoria de Guerra Total a la hidra del crimen organizado utilizando un lenguaje totalitario y citando sin rubor al dictador argentino Videla con eso de que "Morirán los que deben de morir".
Volvamos al presente para detenernos en este incierto hoy, 4200 muertos después y varios funcionarios caídos o en fuga por la amenaza que pesa sobre ellos. En el corazón de estos días trágicos de crisis financiera mundial, de pobreza, desempleo y sobre todo de desbordante desilusión porque el cambio sólo ha servido- como ayer, como hoy y tal vez como siempre- para seguir tranzando y haciendo ricos a los amigos. En estos días de misteriosas desapariciones aéreas, omisiones dolosas, abandono social y proceso estructural hiperinflacionario. Volvamos a estos días en que el balance de la guerra contra el crimen organizado desluce y pone en entredicho el sano juicio del Estado. Sí, volvamos aquí, en este viernes gris del 07 de noviembre de 2008, en que ya sabemos quien mandará en los Estados Unidos durante los próximos cuatro años, en que ya sabemos que la recesión es inevitable, en que ya sabemos que el gobierno de México libra una batalla perdida en contra de una hidra que extiende sus tentáculos más allá de nuestras fronteras.
¿No sería mejor reconocer ahora los errores de conducción y de cálculo a la hora de decidir esta aventura que ya alcanzó a los ciudadanos?, ¿no sería mejor que Usted Sr. Presidente se sentará con sus colaboradores más cercanos a reconocer que no tuvo ni idea de lo que era una guerra contra un poder que se ha revelado expansivo, vengativo y desmesurado?, ¿ porqué seguir derramando la sangre de los inocentes en esta guerra que usted y sus amigos han montado para beneficio mutuo?, Me parece Sr. Presidente que usted ha solapado los errores a un costo no ponderado que tarde a temprano también lo alcanzará a usted como de hecho ya alcanzó a su joven Exsecretario de Gobernación. Porque el accidente (palabra empleada con miles de comillas) donde perdió la vida Juan Camilo Mouriño lo único que deja en claro es que Usted en primera instancia y luego todos sus colaboradores del consejo de seguridad no poseen una idea estratégica de lo que es un conflicto doméstico con un poder enemigo fuertemente armado y con capacidad de penetración por la vía directa de la corrupción. Es hora de acallar la cháchara de la corte palaciega para sentir el pulso de la realidad y tener claridad sobre lo que ha pasado, está pasando y lo que vendrá. Es hora de desmarcarse de las amistades y de las alianzas corruptas. Es la hora de la política y del diálogo. Desista usted de jugar con la seguridad de los ciudadanos y siéntese a construir con ellos una agenda de prioridades para buscar el verdadero desarrollo social y cultural y económico de México. Agenda de la que no está excluida la lucha contra el crimen o la corrupción, pero dentro de la cual se debe incluir a los poderosos que contribuyen con sus abusos a violentar las instituciones que usted dice representar. Esta es la hora Sr. Presidente Felipe Calderón.
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