OFRENDA MUSICAL Música nocturna, misteriosa, etérea, Jan Garbareck está robando mi alma, Música noruega en su esencia inconfundible Metales martillantes, lúgubres, sombríos, Cuerdas tristes, tensas, densas, Un órgano barroco emplaza Con notas bajas un contrapunto armónico… Hoy más que nunca mi dolor es espeso, Mi alma herida en su antigua nostalgia Es víctima del puño de hierro de la melancolía. Hoy, no busco nada, detenido está mi cuerpo en un punto indefinible, Anhela el calor de una cama, de otro cuerpo, de una voz serena... Pero esta noche de angustia y oscuridad todo parece diluirse en nada, Mientras la música sigue, Mis encuentros con la polifonía del mundo Son auténticos dramas épicos, Estoy perdido en su laberinto de acordes Desorientado y exaltado en su abrupta geografía sonora. La rueca de la vida marcha inexorable, Detrás de un momentáneo gozo Siempre viene un descampado, Así como la duración del amor es mínima Y por siempre permanece su desengaño. Y luego otros monstruos de la música Acribillan de un golpe mi esperanza: Telonius Monk al piano, Y en el sax tenor John Coltrane, Enfrascados en tejer la quimera de la melancolía: Ruby my dear it`s lost, dicta el epitafio De un James Cobb que desafina en la guitarra Para sostener la elocuencia de lo que queda tras la desesperanza, Pero no es el único, Gene Krupa vigila con sus tambores precisos Que la caída al abismo se efectúe con una lenta-dolorosa sucesión matemática. Esa melodía me exprime, me deja exhausto, rompe de golpe La pesada coraza de mi personalidad Y lloro porque no hay nada más amargo que la desesperanza, En la fría balanza de lo que se ha ido, de lo que se ha perdido, De lo que fue y ya no, de lo que murió sin haber nacido Y de lo que a la postre, terminará por irse: “Hoy, llegó a mi la damisela soledad Con pamela impertinente y botón Con la ropa, de la época, de mis abuelos” Hoy no estoy en casa, Quiero estar dormido No quiero saber nada Sólo elevarme con la música aunque ello acabe conmigo. “Música de antiguos amigos anclados al mundo con un trago de ron, perdidos en la inmensidad de los desencuentros pagando su renta con pedazos de su corazón, miembros selectos de un halloween de ausencias, sin Dios, sin esperanza, sin ilusión, sin nada, torpes y sucios, marginados a la vera del camino, adictos del blues, adictos a esas cajas amplificadas de resonancia con las que suele acompañarse la aniquilación” Evoca José Cruz con una voz estridente, que me hunde, que me ahoga, que me arrastra, Que me desuella vivo, que me deja sin el consuelo De pedir clemencia a Dios. Real de Catorce es el nombre de éste grupo potosino, Con el que compartimos inventarios de fragmentación, De horror por la desaparición de entrañables amigos: Una visión apocalíptica de un corazón desojado La música posee un espacio propio, un lenguaje y muchos signos que hacen de la vida un vértigo dulce-monstruoso-vivo-arriesgado- de seductora y expectante sensación: Sobre todo si Buddy Miles Canta la Youngiana Down By The River, Si Miles Davis interpreta Round Midnigth, Si Gidón Kremmer revive los tangos del sufrimiento de un Astor Piázzola, Si Daniel Baremboin reaviva la decepción de un Duke Ellington En la conmovedora Sofisticated Lady, Si la pasión bizantina de un Giya Kancheli y su mar de furia georgiana, estallan en la tonal y contrapuesta Midday Prayer, Si la locura irreverentemente lúdica de un Keith Jarret Incendia mi alma con su festivo Köln Concert. JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
Q. Roo, México.
ResponderBorrarOfrenda Musical.
Comentario:
¡Mi querido amigo!
Nuevamente hoy invades los corazones con tu tristeza; y compartes con nosotros tu sensibilidad hacia la música.
Música que reaviva heridas ya pasadas y que no permitirás queden en el olvido; mantendrás el dolor activo porque te recuerda lo que has amado.
La música que escuchas debe ser hermosa, ya que la disfrutas a pesar de los recuerdos, te dejas seducir por ella para sentirte vivo no importando que la lujuria de tu imaginación te arrastre por laberintos oscuros de los que seria difícil despertar; las perdidas nos dejan un vacío en el alma y del que nunca nos recuperamos pero aprendemos a vivir con él.
La oscuridad de la noche siempre conspira para que la nostalgia nos acompañe, y nuestras lágrimas liberan el alma y renovan nuestra esperanza, la luz de un nuevo día siempre llega. No lo olvides.
Y como dices, hay cosas inevitables, y el camino del destino es uno de ellos, nos desafía y juega con nosotros, pero nos da la oportunidad de dar un gran salto sobre el abismo para evitar la caída.
La manera en que escribes me gusta mucho, la pasión que pones en cada palabra la transmites a tus lectores; has compartido tus tristezas y lo apreciamos.
Animo Poeta.
10-12-06